lunes, 4 de junio de 2007

Y llegué tarde a mi vereda, un poco mareada y con ganas de descansar. El viento era el único que me empujaba a caminar, y los adoquines de esa sucia calle, los únicos testigos de mi soledad. Tardaba minutos en dar un par de pasos, mis pies ya me pedian a gritos un descanso. A pocos metros de mi departamento, me tomé un respiro. Me senté en el escalón, escalón que me daba vértigo por ser similar a una enorme cascada. Dejé caer mis pies sobre la ella y las hojas de esa madrugada de otoño acariciaban mi cuerpo haciendolo sentir libre. En casa me esperaban pero ese momento se sintió tan bien que no deseaba encerrarme. Todo giraba y yo sentia ganas de bailar con el viento, pero mi cuerpo cansado me lo impedia. La negación del mismo me obligó a levantarme para continuar mi camino. Al levantarme, cerre los ojos y todo alrededor se volvió blanco. Inmóvil por unos instantes hasta que sobraron los colores. Así llegue a casa, abri la puerta lentamente a modo de no despertarlo. Me recosté a su lado y un gesto en su cara me aseguró que no dormía. Simulé no notarlo, ya casi no podía hablar. Lo abracé con mis débiles brazos, entrelacé nuestros pies y esta vez, el gesto de placer fue mio, y esta vez, él negó sentirlo.



Gracias Blue, por el bello correo.

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