El otro dìa me despertè y me di cuenta que me habìa dormido al lado de un sorete. Al principio me dio un poco de bronca, no haberme dado cuenta antes de acostarme de lo que tenìa al lado. Despuès se me pasò y decidì levantarme y ponerme a limpiar. No era una tarea fàcil, evidentemente llevaba varios dìas ahi. Busquè una pala y tratè de levantarlo, algo metì en una bolsa y la saquè a la calle. Pero todavìa quedaba parte del sorete al costado de mi cama. Busquè ayuda, lavandina y agua para poder limpiar tante suciedad. Con un cepillo tratè de desprender los restos de mierda que poco a poco iban desapareciendo, pero me fui cansando de tanto trabajo y aflojè para seguir al dìa siguiente.
La limpieza del sorete me ocupaba casi todo el tiempo, mi cabeza buscava las formas mas convenientes para eliminarlo definitivamente pero parecìa adherirse con cada gota de agua, y la mancha que iba dejando, si bien era mas leve, era màs grande.
Cuando al fin pude suprimir todos los restos visuales tuve que lidiar con otros, el olor. Cada vez que abrìa la puerta me invadìa el olor a mierda, nada podìa hacer contra eso. Prendìa sahumerios y velas. Pero su olor parecìa esconderse en los lugares màs recònditos y mostraba su miseria cada vez que yo creìa olvidarla.
Fue pasando el tiempo y poco a poco pude eliminar casi todo lo que me recordaba a aquèl sorete. A veces pienso què serà de èl, siempre sorete en la bolsa de basura y me apena su condiciòn. A veces lo extraño, es que tanto me costò limpiarlo que termine conocièndolo, querièndolo y acostumbràndome a su desdicha.
Pero tambièn me pongo feliz cuando pienso que pude lavar todo, aunque algunos dìas, cuando entro a mi habitaciòn me acuerdo de aquel sorete que tuve en mi cama.
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